Los
grandes recorridos de los viajeros húngaros empezaban en los puertos
europeos. Quienes se encaminaban al este alcanzaban el Océano Índico a
través del Canal de Suez. Al llegar al subcontinente indio casi todos
ellos visitaban Bombay; luego navegaban al sur, a Ceilán. De Ceilán
cruzaban la Bahía de Bengala, haciendo escala en Singapur, el extremo
sur de la Península Malaya. Desde Singapur, todas las naves emproaban
hacia Hong Kong, puerta de China y uno de los puertos principales para
los viajeros húngaros.
“Visité
Hong Kong hace 30 años. Ahora me sorprenden agradablemente los elegantes
palacios a lo largo de la costa y en las colinas. Las villas se
extienden hacia lo alto, sobre el pico Victoria, y hay excelentes
carreteras que suben la colina. El bienestar y la abundancia se perciben
por doquier. La bahía se ofrece magnífica a la vista desde arriba, con
sus numerosas islas, circundada de amplias colinas y con su espléndida y
próspera ensenada,
barcos
de vapor y cientos de juncos”. Así escribía Ferenc Hopp (1833-1919),
coleccionista de arte y trotamundos, en 1914.
Tras la parada en Hong Kong, los viajeros húngaros continuaban su
recorrido siguiendo la costa china.