En la segunda mitad del siglo XIX, el coleccionismo de objetos chinos recibió un fuerte impulso gracias a los debates científicos acerca de los orígenes del pueblo húngaro. Piezas metálicas y objetos esmaltados llamaban la atención fundamentalmente porque podían compararse con los materiales hallados en Hungría.

La afición de la familia Zichy por los objetos orientales se manifestó en las colecciones de Ödön Zichy (1881-1894). Su hijo Jenő (1837-1906) sistematizó y enriqueció significativamente esta serie con objetos recogidos en sus tres expediciones a Asia y mediante compra, con lo que quería formar una colección de museo. El efímero Museo Zichy, que contenía el primer Museo Oriental Húngaro, abrió en Budapest en 1901. La colección china de Jenő Zichy comprendía buena cantidad de bronces, incluyendo espejos de bronce, alabardas, monedas de bronce de varias formas, labores en metal de la region de Ordos y varias réplicas tardías de antiguas vasijas ceremoniales.

Otras colecciones independientes de arte oriental se formaron en el tránsito del siglo XIX al XX. Artefactos orientales dominaban las colecciones de aficionados como Ferenc Hopp (1833-1919) y Emil Delmár (1876-1959). El poderoso óptico Ferenc Hopp dio la vuelta al mundo cinco veces, visitando China en tres ocasiones y comprando objetos de arte principalmente en tiendas de curiosidades que vendían artículos exquisitos, de fina elaboración, codiciados por clientes occidentales, incluyendo cerámicas, lacados, marquetería, bronces y muebles.

Después de la Primera Guerra Mundial, en 1919, Ferenc Hopp donó su valiosa colección de unas 4000 obras de arte del Lejano Oriente al estado húngaro. La colección fue alojada en su villa de Budapest, convertida en un museo con su nombre. Las muestras más delicadas de la colección china del Museo Ferenc Hopp de Arte del Lejano Oriente son esculturas, cerámicas Ming y Qing, esmaltes, lacados y preciosas tallas posteriores en piedra.